Perfil.



Hay dos cosas que odio con pasión: la gramática y la ortografía.Y es por que las dos me hacen sentir estúpida. Sin embargo, fue este odio el que me salvó. Para no pasar el resto de mi vida haciendo oficios en una casa, luché contra ellas.



En primaria, la cosa no era tan grave. Mamá me ayudaba. Pero, cuando llegué a séptimo grado, ya ella no tenía más herramientas para ayudarme. A mi mamá nunca la orientaron respecto a mi “problema”. Se me confundían las b/v/c/s.



Todos podían con la bendita ortografía. De hecho, su mayor placer era retarse uno al otro con deletreos imposibles. Yo podía hacer muchas cosas pero había muchas otras que sencillamente no podía. No importara cuanto tratara y me esforzara. Era muy buena en deportes, bailando, en manualidades y como líder. Y podía hacer tres o cuatro cosas a la vez, sin problemas. Pero...no podía con la bendita gramática y la ortografía, pero tampoco podía montar bicicleta. No podía aprender a tocar un instrumento musical. Tenia muchos amigos, era rete popular...no podía mantener la boca cerrada, hablaba de mas. No aguantaba las injusticias ni la discriminación. Aprendí todas las cosas que las niñas no estaban supuestas a aprender, como jugar béisbol o fútbol y vivía en una eterna competencia. Era buena actriz y modelo...jajaja, que recuerdos.



Necesitaba trabajar y me convertí en maestra a los 17 años. Al llegar a casa daba cursos de manualidades a todos mis pequeños vecinos, siempre estuve rodeada de niños, jóvenes y adultos. Para enseñar a mis niños, tenía que preparar las lecciones. Haciendo los ejercicios en el libro, que por nada del mundo podía quedárseme en casa, así que comencé a entender los conceptos que había de memorizar.



Aprendí muchísimo con mis pequeñitos. De hecho, crecía con ellos. Ahora pienso que si hubiera continuado con ellos en vez de permanecer cuatro años estudiando informática, ¡tal vez hubiera aprendido la ortografía!

Me gradué a la par con mis compañeros, con una tesis de 98/100 y nunca nadie se fijo de mi disortografía… por lo cual yo pensaba para ese entonces: MENOS MAL!!!



Pero luego sentí que no sabía suficiente y volví a la universidad. Estudié Educación, porque era la única carrera que en verdad había experimentado con placer. Había madurado. Sabía cómo yo aprendía mejor. Había aprendido cómo organizarme y sobremanera, sabía cómo enseñar....



Me gradué tercera entre ochenta estudiantes. Era esposa, madre, psicopedagoga, asesora en informática, estudiante a tiempo completo y asistente contable de dos negocios. ¿Cómo lo hice?...Ah, olvidé decir que cuando estudiaba la Licenciatura en Educación Especial finalmente descubrieron que tenía “Dificultades en el Aprendizaje” severas.



Gracias a Dios, ¡nunca me enteré que no podía aprender!


(Texto Original extraído de la Web, con adaptación para publicar en esta site)